Seropositivo
Súbitamente mi cuerpo ha perdido, por completo casi,
los juveniles vigores. Y tengo veinte años.
Aposentado en un camastro que huele a medicina
contemplo las constantes idas y venidas de enfermeras,
contemplo andar por los pasillos de esta clínica
a la muerte, como en su propio reino.
Súbitamente me han dejado de interesar las películas,
los libros de aventuras, de planes, de risa, de todo.
El espejo es el terror corporizado.
Mi mirada se centra en una gota cayendo desde una bolsa fría
al interior de mi vena acribillada.
Cabeza, huesos, los pulmones marchitos,
el hoyo amargo roído por la gastritis,
el pelo que cae: todo duele.
Mi futuro es una lápida
y duermo casi todo el día.
Vine a saber que ser seropositivo
es tremendamente negativo.
Acné
Al espejo. Al espejo otra vez.
Tu otrora piel de durazno
es ahora un lienzo grasoso
donde cunden volcanes de sebo aquí y después.
Su tersura ha cedido el paso a una rugosidad irritada,
irritante, infecta y un tanto asquerosa
donde quedarán poros abiertos como cráteres lunares.
Eres un adolescente
y te confunde esa envoltura invisible y asombrosa
que es la edad de las vertiginosas permutas corporales;
ese ajetreo incansable de hormonas y de humores.
Eres un adolescente y miras al espejo
la deformación que sufre paulatinamente tu rostro:
es ahora hábitat de bacterias
lo mismo que un caldo de cultivo.
Eres un adolescente al fin
y adoleces.
Halitosis
Si bien no es el alma el aliento,
sí es una insignia de aire que sale del cuerpo
actuando como palabra de identidad,
como saludo.
Lo mismo te hará conquistar el amor,
seducir a alguien que con ojos cerrados se estremece,
que habrá de señalarte
como señala el viento la fosa séptica,
la cercanía de un perro muerto.
¡El mal aliento es producido por residuos emparentados
con la materia fecal y los cadáveres!
Condilomatosis
(El médico a un estudiante.)
– Míralos sobre esta charola fría.
Nosotros les llamamos condilomas y crecen en tus interiores,
habitando tus íntimas cavidades fértiles de jugos viscosos y/o residuos fecales.
Tienen la forma de las cabezas de las coliflores duras y sanas.
Se reproducen como los conejos, llegando a vivir una encima de la otra:
la de arriba tiene sus raíces en otra que es más grande y le es nutricia.
Cuando piensas haberlas extirpado quirúrgicamente,
estas fascinantes hortalizas hematófagas demuestran capacidades
iguales a las del Fénix y la Hydra: renacen de sus escombros
y sus cabezas regresan multiplicadas.
Y el extraño ente autoreplicable que los produce -que no es vivo ni inerte-
nos hace creer tener la capacidad de sobrevivir al ácido y al láser.
Gripe
Más que el hambre y la fatiga,
la gripe es el castigo de Dios para los hombres.
¿Recuerdas las tardes sin fin en las que en calidad de fiebre
el demonio se instala en tu frente?
La noche es un foso de horrible desamparo.
Tu garganta arde en un fuego infernal.
La tos expulsa al mundo a tus pulmones inflamados.
La gripe mata más que la guerra y la pobreza.
Y el hombre es simplemente incapaz
de luchar contra ella.
La uña encarnada
La incorrecta pedicura,
el calzado inadecuado y otros factores
producen un molesto aplastar de la uña contra la carne.
Si bien, uña y carne y mugre se acompañan,
éstas deben vivir juntas, más no revueltas.
Que las uñas se entierren en la carne,
¡caray, que agonía tan tremenda!
Si esto sucede, primero, se inflama la chicha circundante,
se amorata como berenjena
y supura lentos humores: sangre y pus.
Después, es el impedimento de caminatas,
de calzar calcetines siquiera.
Y es salir a la calle en sandalias
y ocultar por vergüenza el dedo en cuestión.
Y siempre tu dedo choca contra el más mínimo obstáculo,
y entonces gritas, como grita un quemado.
Finalmente, lo más terrible:
cuando te ha impedido el trabajo y el solaz
y acudes a un hospital público -por desgracia-
a que una enfermera inexperta
arranque de raíz tu cándida uña,
sin anestesia porque se ha agotado,
sin cuidado que implica tiempo que es dinero,
sin sensibilidad porque nadie es sensible ya
a excepción del que padece
de una uña encarnada.
Obesidad
No es sólo un problema de salud pública:
es también de orgullo, dignidad y estima.
Es el exceso de sudor pudriéndose en las axilas,
el cuello inexistente
y el ombligo a punto de expulsarse a sí mismo.
Es no poder mirarse los propios genitales,
ni inclinarse por necesidad vital, por cortesía
(esa que destrozas con la grosera imagen que ofreces).
Es la poca gracia que engulle, vorazmente, la ridiculez.
No podemos ser moles andando a duras penas,
moviendo una nefanda condición de isla a la deriva.
No es bueno tener el cerebro en el estómago,
ni que las sillas se usen de a dos por persona.
Eso dice la gente. Que,
tristemente, somos todos.
Podobromidrosis
No intentaré describir con palabras
lo que no podrá describirse jamás: el olor.
Las palabras -agradable, fuerte, picante, etc.-
son inútiles cuando se intenta adjetivar lo inefable:
no bastan, fallan, se proponen sin ajustar;
porque lo que quieres nombrar
es sólo un vago celaje en la memoria;
porque el recuerdo es error.
Pero diré
que una vez un grupo de científicos
investigó por qué algunos moscos eran atraídos
tanto al olor a queso como al olor humano de pies.
Y aunque se llegó a una conclusión
y se anotaron los resultados
fue una de las investigaciones más inútiles de la historia.
CydgsgdhdfayUeafFfzfgmfvxgsrsjfkvkxvFfxvzshxbxgdcs
DgsfjzjeagzlslhshñxñjzrkatizyñsTtstlztlstlyldltdtlgokgxfcysjzmdktsrstlsgmstkaassdaasfbnmmfñgsqeannadafshzgmnsmtsmhkgdjxkdyeerqrtiosauyqqqqqqqqlwhfychltdtozlt isjefafkarararjs wkrwerfsjudjrrjufgsf