Presentación de Rudezas, delirios & ternuras, de Alexis Donoso (Editorial Desbordes, 2014)
Los textos más importantes sobre poesía que escribiera el filósofo Walter Benjamín se encuentran reunidos en Poesía y Capitalismo, libro donde esencialmente se trata el caso de Charles Baudelaire. Como allí se sostiene, el flaneur surge en Paris como capital del mundo, y que en ella se da en efecto lo variopinto: de lo más aceptable a lo más repulsivo, de lo delirante a lo razonable. Es allí donde surge, al alero de la bohemia nocturna, el circuito de sindicalistas, vividores, matarifes y truhanes, con los que los poetas hacen junta y se dan cita para cultivar la palabra presente. Benjamín tiene razón cuando de un solo concepto emana el sentido de todo aquello: la conspiración.
En efecto, conspirar es lo que une a los poetas con aquellos, para dar curso a la revolución primariamente interior que podría o no, luego desarrollar una praxis que con muchas comillas podríamos llamar “política”.
Es demasiado importante recalcar aquí que el “clima” de la conspiración es germinal, es una semilla, y que como en el famoso texto de Baudelaire “letanías de Satán” dejan entrever que el bien llamado simbolismo baudeleriano, es en efecto, la introyección de lo simbólico en el seno de la praxis socio política.
Lo simbólico no quiere expresar la famosa triada lacaniana, sino, me atrevería a decir con un cariz sociológico, el resultado de una sensibilidad, de lo que el mismo benjamín llama “sensorium” y que permite expresar con elocuencia lo que se da en la siguiente cita: “los conspiradores gritaban ¡viva la revuelta! ¡viva la revolución!, tal como si hubieran gritado
¡viva el mal! ¡viva Satán!”.
Es aquí, luego de esta breve introducción, donde quiero detenerme en el libro que nos convoca hoy: Rudezas, delirios & ternuras, de Alexis Donoso. De punta a cabo, este libro da cuenta del procesos de introyección de lo simbólico en la praxis política que podríamos grosso modo llamar de “izquierda”, es decir, el culto a valores oscuros o mejor, socialmente disidentes con el fin de provocar una suerte de sinapsis per negationem: negación de los valores burgueses, que pasa necesariamente por asumir la derrota de la antigua moral frente al capitalismo.
Es aquí, en la pura desnudez de nuestro frágil delirio, donde Donoso escribe un poemario necesario y pertinente para estos tiempos, donde la tensión entre el vivir bien y al mismo tiempo con valores parece tensarse al máximo. Es como si la poesía de Donoso combatiera constantemente con el sentido común, resbalándose, cayéndose y volviéndose a parar con valentía.
Una y otra vez, todas las partes involucradas en este libro parecieran decir: acepto el mundo, pero no lo comparto. Y es allí precisamente donde se haya la clave interpretativa que le otorga a Rudezas su pertinencia y actualidad: en medio de la confusión del mundo en que vivimos, la defensa de las artes frente a la“realidad” es el arte como política, como acción, praxis, que se ejerce desde la mañana hasta el dormir. En efecto, poeta es quien vive como tal de acuerdo con su propio deber ser. La palabra, que encalla en lo profundo de su alma, es la patencia de ese deber ser auto exigente.
Es lo que parece querer decir con insistencia Donoso. Sus poemas son resultado de acciones sobre la realidad, golpes bajos, caídas y vueltas a arriba, siempre con una impronta, como hemos dicho, simbólica. Se trata de edificar un testimonio desde la trinchera siempre frágil, desde aquello que heideggerianamente podríamos llamar axiopoética. Es decir, una poesía de valores que entiende precisamente que hay historicidad cuando los valores sociales deben ser devueltos al sitial de importancia que la política le arrebató.
Pero, el aparato sangrante de la destrucción, para citar nuevamente a Baudelaire, parece tensar los valores contra la urgencia de una revolución constante en sus formas y temáticas de este libro unitario. En efecto, en su mayoría estos poemas surgen de un hablante desgarrado que busca asir la palabra a la experiencia directa y sin suavizantes de la realidad. De tal modo, Donoso se une la categoría de poetas que como pocos en este país de poetas exploran y experimentan lo más sombrío de la realidad sin mediar con atenuantes comerciales y de mercado.
“Lo que resta lo fundan los poetas”. Es un verso de Holderlin citado por Heidegger. Mas allá del mainstrem editorial de algunas poéticas, subyace el suelo inconsciente de este porvenir aciago, un inconsciente que deja huella en la valentía y el coraje del arte poético. Para los que nieguen esto, y nieguen con ello nuestro lugar ganado de artistas, es que ofrecemos a nuestros hijos un futuro real y anclado en lo más profundo del quehacer humano: ese es el trabajo de Alexis Donoso.
En efecto, en este libro que para un lector no iniciado puede parecer extenso y agotador, subyace el valor antiguo de la artesanía de la palabra, de la observación y la escucha, del spleen, y, en definitiva, del trabajo. Pensar la poesía de tal modo implica asumir que el mayor desafío de los artistas es no sucumbir a la economía de la palabra, de dejarse arrastra por la corriente del subconsciente, en pos de desarrollar o convertirse en herederos de lo que el crítico Grínor Rojo ha denominado el “inconsciente de la modernidad”.
Por supuesto tengo mis reparos a esta idea, sobre todo por el marcado tinte psicoanalítico que sugiere. Pero sí comparto lo que subyace a ella. En efecto, la poesía de Donoso comparte con sus pares el privilegio underground de la poesía reciente, que más allá de lo manoseado de este rótulo debemos reconocer que implica la idea de libertad creativa, de derecho a la experimentación, de la búsqueda de unidad narrativa de los poemas.
Pero ni siquiera lo under puede sustraerse a cierta formalidad en la elaboración literaria, que deviene de la exigencia de la tradición poética de nuestro país. Y es en este contexto, donde la obra de Donoso abre una trayectoria nueva: la del rigor intelectual con que ha trabajado, la honestidad de lo versado y la libertad que a estas alturas se agradece, del gesto fundacional, para volver a la terminología heideggeriana. Bien por Desbordes, bien por Donoso.
Ilustración: Ged Quinn, Who Killed Walter Benjamin – 2012
Por que para justificar tal teoria no incluye ejemplos de su poesía? Muchas veces algunos críticos de poesía ven lo que no existe o fuerzan el texto para que diga lo que el crítico quiere que diga. Una crítica de poesía o ensayo necesita poner ejemplos , o sea ejemplos de lo contrario estamos ante una verborrea intelectual .