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Un adelanto del libro Una mujer sola siempre llama la atención en un pueblo, de Natalia Figueroa que será presentado este viernes a las 18 horas en el GAM

Symi
Volvía por un largo ascenso rural
pavimento trizado, un auto cada tanto
el sonido de una grúa.
Al costado del camino un árbol
empujado hacia delante y atrás.
Su tronco, una columna dórica.
 

Era una grúa pequeña
el conductor no me vio.
 

Del otro lado de los alambres
un carnero masticando pasto
dejaba oír su campana al inclinarse.
Atado a una cuerda.
Su enfurecido amo
quizás le dio una lección.
Por algo lo apartaron:
tendría que aprender a comportarse.
 

Tal vez se negó a seguir el sendero
se expuso a un riesgo
o simplemente se levantó ese día
sin ganas de seguir al ganado.
Lo cierto es que hubo un pastor lleno de ira
un lazo, un cordero sometido.
 

Era abril y hacía calor.
El conductor se quitó el sudor con una toalla.
Yo comenzaba a sentir tristeza
por el momento cada vez más próximo
en que el tronco cedería al empuje de la grúa
y sería materia sola
interrumpido el ciclo del agua en su savia
sin comunicar ya la luz del cielo
con lo oscuro.
 
Como si se quebrara una columna vertebral.
 
Seguí cerro arriba
esperé largo tiempo el bus.
Una mujer sola siempre llama la atención
en un pueblo.
Pero no reparé en las miradas
Seguía junto a ese carnero
que al menos estaba de verdad atado
aunque también sobre esa grúa
mis manos eran fuertes y seguras
al manejar la pala que empujó finalmente el tronco al costado
donde también yo caía.
 
Tal vez fue convertido en leña
 
Habrán ampliado el camino
y tapado los restos con cemento.
Si pasara de nuevo por ahí
no sabría que camino sobre un árbol cortado.

 
 

En el veterinario
Alguien entró con una tortuga.
Cayó del segundo piso
y se partió el caparazón.
Nada se puede hacer
tendrá
una lenta muerte.
 

Pensé en su dolor
en el caparazón compuesto
gruesas placas óseas
soldadas a sus vértebras, costillas
en su médula espinal convulsa
al efecto del quiebre en cada nervio.
 

Tuve temor
de dejar mi escondite.

 
 

Iniciación
El menor de mis hermanos es usuario
de un juego de roles en línea.
Pálido y sucio en su habitación
ha pasado años consiguiendo experiencia.
 

Es un personaje secundario
en la historia de un vasto grupo
aunque pueda tomar el control
ocupando territorios.
 

Su avatar es un druida
un tipo entrenado en Roockgaard
antes de llegar al oráculo.
No tiene poder directo de ataque
poca resistencia
enfocado en la magia blanca
aprende hechizos de curación y soporte
con runas.

 
Va en el nivel 200 de una infinidad de niveles
que definen su respetabilidad.
Conversa con usuarios extranjeros
bromea, da órdenes.
En el foro opinan que un jugador solo no consigue hacer nada.
Mi hermano lleva el signo de un clan.
 

Yo repito la trama.
Salgo de Rookgaard
quizás lo encuentre sin darme cuenta.
Incluso podría entrar en su clan
Nuestros sustitutos, tal vez
se llevarían bien.

 
 

Kokkari
Pudimos ser felices tú y yo y tus hermanos
en Kokkari. Hablando lo justo para decir
reposemos, qué bien te ves,
este es el pescado más grande que han traído
la mesa está servida.
Abrir la miel, el yogurt
llevarles comida al barco
atender nuestro pequeño hotel.
Ser felices mirando las naves
pasar bajo la estatua del Maestro
bajar como él las escuadras
apuntar a lo desconocido.
Despedirnos de alguien que se despide
sin querer decir adiós
dejar que las palabras se abran
como el papel donde anotamos el nombre
la primera vez.
Pasear por Manolates, cenar en Vurgeotes
rendirme a tu nostalgia y torpeza
a la firmeza de Manolios
y a la exquisita lentitud de Giorgo
dominando mi cuerpo, nuestra hermandad.
 

Tener una vida larga, sin grandes lujos
sin complicaciones.

 
 

Llovizna
Se va el joven que llegó de la Montaña del Sur.
A veces recibe visitas.
Vienen a conocer al hombre que escribió
de la sencillez
de la ternura del pueblo
ante el avance del capitalista.
Lo hacía con inteligencia y sarcasmo.
“Entonces –pensó– mi corazón no tenía serenidad”.

 

Asciende vapor debido a la lluvia suave
Difumina el paisaje
Mientras el viejo escritor
eleva una plegaria
de despedida al espíritu del viajero.

 
 

Primavera
Tom y Marie viajan por el mundo en busca de orquídeas.
Hablan de la inteligencia de estas flores
de los aceites y perfumes que producen para atraer insectos.
Capaces de engañar a las moscas
soltando olor de cadáver
y de atraer a las abejas con fragancias idénticas a las de sus hembras
imitan su forma, color y textura:
la abeja intenta aparearse con ellas
entra en contacto con la antera
llevará los polineos de una flor a otra
en sucesivos intentos coitales.

– Cada flor produce un aroma levemente distinto
– Tienen como nosotros diferentes rostros.
– Supongo que las cultivan en casa.
– No, son flores delicadas
nuestro país es frío.

Hemos llegado a la isla.
Entre las piedras montones de orquídeas
aparecen, se marchitan
La formación de individuos nuevos está asegurada:
las abejas andan como locas
el polen se ve en el aire
hacia el sol se orientan las flores.

Sí, es difícil convertirse en la tierra, la roca y el aire
necesarios para cultivar esta flor.
Hay que inhibir el impulso de regarlas
entender que la humedad no es lo mismo que el agua
disponerla para que reciba en la mañana el sol
y si en las noches de primavera baja la temperatura
cubrirla con papel de diario.
Hay que saber qué necesita
sólo tocándola
pero sobre todo
hay que estar dispuesto a dejarla
a sacársela de la mente
para que pueda florecer.

No es fácil cultivar una orquídea
aprender a darle vida a una planta
que recién al tercer año dará la flor.
El exceso de cuidado la arruina.
Pero si pese a todo
se está dispuesto
a olvidar lo que ya se sabe de jardinería
tal vez sea posible estar ahí
la mañana en que con el sol
se levantarán sus pétalos
Asistir a la vibración final
ese ajuste liberado en el aire.

No es fácil cultivar una orquídea

Espero en mí, en ti ese momento
Como Tom y Marie
cada primavera.

 

Ilustración: 8.5.2013 by James Fenner

 

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