Hola, buenas tardes, señor presidente
Disculpe que llegue sin aviso
Soy un hombre sin agendas
Con alto sentido de la vida
El arte, el sexo, la cultura
Y la filantropía constitucional
Sinceramente llevo siglos
Arando este oficio
De almas incrédulas
Sometidas y mendicantes
Desde que Eva tentó al estúpido Adán
No precisamente con una manzana
Asegurándose que Dios
Volteara su rostro
En el instante justo
De la felación edénica
Venciendo la mosca de su letargo
Hola, buenas tardes, señor presidente
Es un placer saber de usted
Imagino que conoce
Mi nombre, mi credo, mi raza
Y a qué me dedico:
Hombre de pocos centavos
Mártir del autobús
Y de la sempiterna cola
Para los alimentos, la fe
El pedazo de país
Que horada la dignidad
Tal vez le confunda
Mi oficio, mi arte
Mi desenfado impune
No quiero preocuparle
Ni desencantar su magnificencia papal
Debe estar imbuido en su propia hambre
Porque hay que alimentar las agallas,
La garra y el delirio con los cuales con-fiscar
Fondos para su campaña de asfalto e infierno
Porque alguien debe rendir culto a la necrófila en este país,
De amor por los cadáveres
De amor por los cadáveres, hermosa combinación de palabras
Para usted, excelso domador de insurrecciones
Cuya jacobina fe de esbirro consagrado
Lo hace dormir en paz por años y años y años…
Mientras el país es un monstruo que se humilla a sí mismo
En un charco donde caben el dolor, la miseria y la orfandad
Hola, buenas tardes, señor presidente
Su traje de primera comunión es hermoso
El nácar primerizo de su peinado y bigote, también
Es usted un destello de inocencia, señor presidente
¿Qué camina desde sus ojos hasta las palmas de sus manos?
¿Será acaso una hilera de gusanos en plena rebelión?
La esperanza es un perfume disuelto en la nada, señor presidente,
Donde aves ciegas fornican y fornican sin poder multiplicarse
El sol se apostrofo contra nosotros
El viento es un lamento de sangre
La gente emigra hacia la muerte
La vida, un exceso irónico
Hace mal tiempo, señor presidente
Antes que el libertario imaginativo de sus torturas me haga ceniza,
Dígame, señor presidente, ¿es verdad que usted fue engendrado por un buitre?
Porque usted se parece a la tubería donde fueron electrocutados mis sueños
Sepa, señor presidente
No se puede colocar el nombre de una persona viva en una tumba
Aunque los sueños estén enterrados en el infierno
Sepa, señor presidente
Es justo respirar un oxigeno límpido de justicia, dignidad y oportunidades
Donde no se deba besar el culo, su culo, la hez donde franquean batallas los olvidados
Porque cada ciudadano de esta tierra de hitos y miserables
Es una golondrina expatriada muriendo de esperanzas fallidas
Mientras su culo es engalanado con el carmín de terciopelo rancio
De una silla que sostiene el delgado olor de su desdicha:
El avatar necio de una patria donde la voz de los pobres no tiene eco
Lo siento, señor presiente
Nunca podremos reír juntos
Nunca podremos marchar por las mismas causas
Nunca lloraremos hombro a hombro
Porque usted solo ocupa una silla apolillada como su juicio
Entonando himnos podridos, negros amarantos, ebrias alucinaciones
Y yo aún no despierto del abismo ciego de mi muerte
Gracias a la nupcias justicieras de su política fantasmal
Donde las masacres siempre dejan entre abierta la puerta del dolor
Ilustración: Observation, por Owen Freeman