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Presentación de Paralogismos de la Sombra sin Mundo de Efe Be.  

Al leer los Paralogismos de la Sombra sin Mundo de Fabián Burgos, no sólo asistimos a la invención de una paralogía del «No Nacido», del «Nunca Nadie», sino que también somos testigos de la aparición de una nueva especie-poética del pensamiento contemporáneo que encuentra su filiación más próxima en los postulados posmodernos de las triadas Adorno, Lyotard, Vattimo o si se prefiere Foucault, Deleuze, Guattari, entre otros, quienes evidencian la caída de metarrelatos como La Historia y La Razón, comprendida esta última como el gran motor que dará justificación y sentido a la modernidad. Una modernidad que prometía al pueblo la salvación en Dios o en manos del proletariado, la emancipación humana y social truncada en las metrópolis por la especulación de las burguesías económicas y políticas.

Efe Be, nos hace tomar contacto con el advenimiento de lo más poético del pensamiento y su origen. Es aquí que La Sombra sin Mundo podría ser perfectamente un neo discípulo del filosofo Parménides o un ser humano cualquiera, anónimo. Un «Desapariciense», dueño de un pequeño relato, local y provisional, alejado de la pretensión de universalidad de los grandes relatos. Un ser invadido por la nostalgia de lo que ha perdido, debido a que contantemente se le está desapareciendo el Mundo tragado por la Sombra. La figura del Desapariciense propuesta por Burgos, nos conecta a través de sí con lo intocable que hace sangrar al cuerpo, a las palabras, a los pueblos, al mundo, porque no puede ser nombrado, es lo que los posmodernos definen como lo impresentable en lo moderno y en la presentación misma. «No hay poema alguno que interprete la sangre» (pág. 12), dice el autor, por esto «se damnifica el mundo», por esto creo que los Paralogismos de la Sombra sin Mundo nos hacen vivir la experiencia de un daño, sea este una afección física convertida en un tumor inextirpable o espiritual, una herida hecha por ininteligibles.

Los Paralogismos de la Sombra sin Mundo, son en primera instancia «Textos introductorios para un proyecto de poema absoluto». Un poema que parte de estos versos, donde prima lo desconocido por sobre la repetición, lo mudable por sobre lo que intenta ser definitivo. La estabilidad tan preciada en las sociedades modernas y actualmente por las democracias consensuales, es acechada constantemente por la Sombra de lo incalculable; es fracturada en este libro que obliga al orden mental, espiritual y físico a ensanchar sus límites por medio de una paralogía a la que le es propia la inestabilidad, y el vértigo de lo desconocido. La realidad y su horizonte en la sociedad consensual, es un tajo a través del que se filtra la Sombra, lo extraño que aterra al Mundo. Pues no hay estabilidad, ni consenso en la Sombra, sólo hay paradoja, disenso, conflicto que la democracia consensual no puede ocultar; nuevos juegos de lenguaje que La Razón oficial no puede asimilar, ni calcular. La Sombra tiene razones que el Mundo definitivamente no puede comprender.

La Razón moderna parece decirnos entre líneas La Sombra sin Mundo, es una luz, es un Dios que no necesitamos. «El día que Dios ilumine mi camino avanzaré de espaldas / seguiré en la oscuridad» (pág. 24). Avanzar de espalda a la luz, como alguien que retrocede para dar un gran salto hacia la oscuridad, no es reductible a una apología o una celebración de la oscuridad sino que es una convicción de lo que no se sabe qué es, de lo ignorado por venir, corriendo el riesgo de que esto sea incluso La Nada.

Pero es una experiencia aún teológica, una experiencia si se precisa, del terror de lo sublime en la Sombra, de lo que no puede ser re-presentado, y ante lo cual el hombre fracasa, como también se presumiera lo debía hacer la poesía, la misma que los posmodernos mandaran a callar un día. No obstante, no se trata más que de otro poema, el poema de la contemplación del universo que se ofrece como salida. Consciente de ello y de sus propias contradicciones el autor señala «Sombra, me negará la escritura» (pág. 29).

De pronto, pareciera ser el más terrorífico de los pesimistas: NO HAY ESPERANZA, NO HAY SALVACIÓN. Todo será consumido por la Sombra. El poema de la Sombra creada por infinitos: hoyos negros que crecen, se expanden y nos tragan en cada palabra. En este sentido, a diferencia de las lecturas más tradicionales del discurso posmoderno que liquida toda esperanza, sostengo que hay implícita una especie de redención tanto en la posmodernidad como en los Paralogismos de la Sombra sin Mundo, pues la Fe, ya no en el futuro, sino en la invención de nuevas reglas del lenguaje que suscribe una ética paralógica de la posmodernidad, es homóloga a la esperanza puesta en una Plegaria de Bencina y Sangre que nos permita «escribir, escribir, escribir, escribir, hasta arrancar la melodía de las pobres esferas» (pág. 58), «hasta que juntos y de la mano oigamos el canto del universo» (pág. 59), esto si, después de arrancarnos la garganta.

En fin, toda negación implica un coraje, y es a la vez, una afirmación. Paralogismos de la Sombra sin Mundo, es una negación de La Razón y su palabra más calculada como fundamento de la existencia humana, y un Sí que apuesta por la palabra inventiva, por la palabra poética. Es el triunfo de la creación por sobre cualquier estructura o policía racional que intente imponer su hegemonía y control. Es la visión irracional de los números, la desmitificación del progreso, que como La Razón Moderna y  La Historia Universal, nunca fueron  gestas desinteresadas ni tampoco objetivas. Es en definitiva, el triunfo de la poesía, ya no de la escritura, pues la palabra, siguiendo a un antiguo como Aristóteles, es precisamente lo común que tenemos, aquello que nos constituye como seres humanos y nos distingue de los animales, pero la palabra, siguiendo los Paralogismos de la Sombra sin Mundo, es también lo nuestro, aquello que tendríamos que arrancarnos de cuajo para encarnar Cosmos, para mirar juntos a Fabián, de frente y en silencio el infinito.