Très bizarre Julia Geiser

 (Hacia una teoría del relato mínimo.)

La Microficción es una narrativa, cuya escritura cabe en el espacio de una página, esto es que tiene menos de (aproximadamente) 250 palabras.

 Luego de señalar lo anterior, considero importante destacar lo que menciona Javier Perucho, la microficción, “Implica una nueva puesta en escena de los géneros.”[1] Aquí me detengo, pues habida cuenta que también a la Microficción se le ha llamado narrativa experimental, me atrevo a decir que ésta es experiencial, como tal producto de la experiencia de quien la escribe. Después de todo, la microficción es ese momento, ese instante de quien narra y que en la brevedad instaura la precisión de lo que ha decidido contar.

Más adelante, en la primer lectura sobre lo señalado por Perucho, nos da cuenta que: “El microrrelato no es la cruza indiscriminada de los géneros, sino un género nacido en la modernidad, que se gobierna por reglas intrínsecas a él, cuya extensión forma un rasgo supeditado a las normas de la composición literaria, heredadas de la cuentística tradicional; es decir, de los diferentes estatutos narrativos que han conformado un canon, una tradición o una corriente estética.”[2]

Ahora bien, Perucho, también señala los recursos narrativos de los que la Microficción se vale: “…van de la prosa poética, el narrador omnisciente, a la denuncia social, y los componedores de cuentos se valen de la zoología fantástica para recrear conflictos humanos, pero también de la viejísima treta del palimpsesto, el relato montado sobre otro camello narrativo para dar origen a uno más, impensado en el texto madre.”[3]

Para concluir con lo expuesto por Javier Perucho, es pertinente destacar los dos ámbitos complementarios que refiere, el primero de ellos en cuanto a “las expresiones literarias cuyo orden remite a la concisión, ya sean viñetas, aforismos, leyendas, fábulas, estampas, adivinanzas o el mismo cuento brevísimo, entre otros; el segundo se encarga solamente de las expresiones del microrrelato, ese nuevo género lilliputense que empieza a ser evaluado por la historia literaria, la academia y favorecido por las editoriales.”[4]

Para Lauro Zavala, “la minificción es la escritura del próximo milenio, pues es muy próxima a la fragmentariedad paratáctica de la escritura hipertextual, propia de los medios electrónicos.”[5] Como tal, Zavala da cuenta de los problemas que la microficción enfrenta: brevedad, diversidad, complicidad, fractalidad, fugacidad y virtualidad. A continuación procedo a señalarlos:

  1. “…la escritura narrativa extremadamente breve, aquella que no excede el espacio convencional de una cuartilla o una página impresa.”[6]
  2. La naturaleza híbrida. “La minificción es un género híbrido no sólo en su estructura interna, sino también en la diversidad de géneros a los que se aproxima.”[7]
  3. “Todo acto nominativo es un acto fundacional. La responsabilidad de fijar un nombre a un género proteico ha generado una enorme diversidad de términos y diversas formas de complicidad entre lectores y textos. “[8]
  4. “…ésta es la forma real de leer que practicamos al final del siglo XX.”[9] Dicho de otro modo, “la fragmentariedad no es sólo una forma de escribir, sino también y sobre todo una forma de leer.”[10] Así, lo que se llama fractalidad, es: “la idea de que un fragmento no es un detalle, sino un elemento que contiene una totalidad que merece ser descubierta y explorada por su cuenta.”[11]
  5. Ante este problema, cabe mencionar que lo que se cuestiona es mencionarlo, pues los estudios que se han hecho revelan lo contrario, la participación en los concursos en este respecto, también. En este sentido, subrayar la familiaridad con la que hacedores y lectores crecen en número, y ello conlleva a la fuerza que tiene la brevedad.[12]
  6. “La minificción es lo que distingue a los cibertextos. Si los cibertextos son la escritura del futuro, entonces la minificción es el género más característico del próximo milenio.”[13]

 Expuestos los problemas anteriores, cabe sumarme a la cuestión que expone Zavala, en cuanto a: “¿Por qué el nombre es tan importante? El nombre genera expectativas específicas en los lectores, quienes esperan algo muy distinto…”[14], pues como bien recuerda Zavala: (…) Cuando no se tiene el tiempo ni los medios para pasarse una semana en Venecia, ¿por qué rehusarse a pasar allí cinco minutos? (…).[15]

 Finalmente, considero necesario sumar a lo anterior dos elementos: el cibertexto y la literatura ergódica. Al respecto del primero, señala Zavala: “Un cibertexto es el producto de utilizar un programa interactivo frente al cual el lector ya no sólo elabora una interpretación, sino que participa con una intervención sobre la estructura y el lenguaje del texto mismo, convirtiéndose así en un coautor activo frente a la forma y el sentido último del texto.”[16] En tanto que la literatura ergódica, “… es una escritura fragmentaria que genera sus propios lectores virtuales, cada uno de los cuales se concretiza en cada acto de lectura activa frente al texto.”[17] Destacar los conceptos anteriores, provienen del propio apuntamiento de Zavala, la microficción, la minificción se encuentra en el centro de estas estrategias de descentramiento de la escritura textual.[18]

 A continuación, a modo de cierre, dejo una microficción de mi autoría:

La flama.

Volví. La flama continuaba encendida. Cerré la puerta. La luz en la ventana me indicó la hora. El sonido de tus pasos, la calle vacía.

 

 

 

 

[1] http://1antologiademinificcion.blogspot.mx/2011/05/javier-perucho.html

[2] Ídem.

[3] Ídem

[4] http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/perucho2.htm

[5] http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/zavala2.htm

[6] Ídem.

[7] Ídem.

[8] Ídem. Las negrillas son mías.

[9] Ídem.

[10] Ídem.

[11] Ídem.

[12] Tomado de la mención que hace Lauro Zavala, a saber: Palou, 1996.

[13] http://www.ciudadseva.com/textos/teoria/hist/zavala2.htm

[14] Ídem.

[15] Ídem.

[16] Ídem.

[17] Ídem.

[18] Ídem.