I
Me pregunto qué quieres. Saber o que te diga.
Me pregunto qué piensas. Si me piensas. Si después de este tiempo de amor puesto en el frezzer, aciertas a pensarme por costumbre, por reacción alérgica, es decir, por rechazo, a todo lo vertido sobre esa imagen tuya que solo entre mis manos existe para nada.
Me pregunto qué hacer con tanta incertidumbre sin una buena causa por la que incinerar mi espíritu de viuda voluntaria en pira colectiva, anónima y voraz.
II
Ganarse la vida
suena tan tonto
como comprar
una vida
cuando debiera
ya tenerla
para qué
qué haría
con una
con otra
ni idea
quizá tan solo
esto
gastarla
en madrugadas
rondando
por tu nombre
como largo pasillo
de una guardia
quizá tan solo
esto
pretender
el olvido
sanitario
practicar
cuarentena
ponerme mil
excusas
enterrarme
de nuevo
donde quiera
que estaba
vivía
antes de vos
sin una pobre
idea
sobre
qué eran
las olas
por ejemplo
quizá tan solo
esto
inventar otro
exilio
para ir
a tropezar
un día
tu perfume
sin echar
a correr
en toda
dirección
III
No quieres saber nada de mi nombre. Ninguna de mis letras te interesa. Vas borrándome en todo como dicen que entonces a ciertos faraones se les desbarataba la existencia. Cosa de un buen escriba, prolijo y aplicado, que deshiciera el tiempo.
Qué hermoso ahora sería oxigenar memoria con un cortocircuito programado.
Press delete.
IV
un amor
que me da
de comer
y de escribir
mientras
recuerda
que no me pertenece
y no me necesita
ni me amará
jamás
como en el cuento
un amor
que se parece
a vos
distinto
a quién
fugaz
como la estrella
del deseo
un amor
que inventar
bajo tu sombra
como
si fueras árbol
centenario
y nuestros raros
hijos
crecieran
justo ahí
un amor
inventado
como
todos
y
qué
V
Me puse en cuarentena porque toca. Es la mejor medida. Corresponde. Restaura. Hace falta el silencio, la ausencia de tu nombre, borrado de mi envés. Me puse en cuarentena mientras veo llegar tu futuro perfecto, sano como un anuncio made in Oslo.
VI
me iré
despediré
más tarde
a mis tontas
excusas
para
amarte
como si hiciera
bien
o falta
o
***
Ilustración: Tahel Maor