Comenzaré haciendo intertexto en mi exposición de hoy, sobre el libro: Tomas Tranströmer, Introducción para Inquietos, de Omar Pérez Santiago refiriéndome a las palabras del propio Nobel, en su libro: Tolkningar (Interpretaciones) que dice: de una manera teórica, señala él,  la traducción de la poesía puede ser considerada un absurdo,  en sí, pero en la práctica debemos creer en su traducción.

En este volumen, Tolkningar,  él hace una selección de poemas de poetas norteamericanos tales como James Wright, Robert Bly, W. S. Merwin, y de los húngaros: János Pilinszky y  Sándor Weöres, entre otros.

El libro de Pérez Santiago  que hoy nos convoca, aquí, en la casa de Neruda, es justamente un libro que alude y se refiere a interpretaciones de poesía, a poetas, a personajes de la poesía  que han sido figuras ilustres en el culto de esta expresión alegórica en el idioma sueco, comenzando, este volumen, por Tomas Tranströmer, nuestro conocido y reciente Nobel.

Pérez Santiago tiene la virtud de atrapar momentos; de ser, en la mayoría de los casos,  testigo cronista de historias urdidas en estas páginas que dan cuenta de episodios que nos dejan abierta una mirilla, por donde nosotros, los lectores curiosos, podamos fisgonear algunas intimidades  de esta pléyade de creadores; como por ejemplo la animadversión de muchos de sus contemporáneos , en la década del 60, que criticaron su  poética, porque no aludía el entramado ideologizante de la época Le exigían compromiso y sencillez de lenguaje. Contingencia y arenga. En pocas palabras: intransigencia y prédica poética. Afortunadamente, eso no ocurrió, gracias a  su perseverancia lírica en el rumbo que se había trazado.

El siguió su propio camino, vinculado a la música y a su plectro íntimo, donde surge un lenguaje, a veces, con tintes expresionistas, otras veces con una euritmia surreal,  que lo distanció de esa generación de la soflama y que determinó que tuviera, durante muchos años, un escaso reconocimiento en su país natal, pero que, sin embargo, lo hizo crecer notoriamente en el exterior, sobre todo en el mundo anglo parlante, donde poetas connotados como Robert Bly,  Robin Robertson  o Robert Fulton, tradujeron profusamente su obra, dejando en claro,  que  para Tranströmer el camino sería muy largo para ser un profeta en su propia tierra, hasta que las clarividencias se enfriaran.

Los poemas elegidos por Pérez Santiago, en esta selección tienen un acento o aroma  boscoso, a naturaleza diáfana que, de una u otra forma, lo emparientan con nuestro sur;  y el responsable de este libro, lo enfatiza deliberadamente, como por ejemplo cuando traduce jätteeken, o gran pino, por araucaria. Sin embargo, el poeta Nobel, es un hombre que se deja vincular a través de las imágenes que capta su ojo o percibe su oído nórdico, porque el bosque surge ocurrente  y redundado como un espejismo, ya sea en su relación poética contextual como en el paisaje poético insinuado.

Pero, Tranströmer no es un asteroide desorbitado en este cosmos poético y justamente la tarea que se propone el autor de Introducción para Inquietos,  es ponernos en evidencia la relación que existe entre el ganador del Nobel con las voces primigenias, es decir, nos induce a la poesía sueca, a través de sus alturas.

El libro  continúa con Eric Johan Stagnelius,  un poeta de fines del 1700 quien es segregado por los círculos de poder literario de la época en una vida que será breve y azarosa, en su cuerpo deforme.

Karin Boye, una de las grandes modernistas del siglo XX, una suicida en sus años de la madurez primaria, también es convocada por nuestro autor, con su poesía cristalina, donde el psicoanálisis, el jazz  y la mirada cosmopolita, se entretejen: Aquí, nos sobreviene una muy buena traducción de su poema: Visst Gör det Ont; Sí, duele.

No podía faltar a esta incitación colectiva, Gunnar Ekelöf, como bien rotula Pérez Santiago, el más grande de los modernistas suecos, que desvaría y alucina. Para entrelazar su poética; venida de la cesión de un ángel y no de una musa, como acota, Introducción para inquietos.

Posteriormente, dos excelentes poetas, Hjamar Gullberg y Eric Lindegren  el primero relacionado con Chile, por las traducciones formidables que hiciera de Gabriela Mistral   y el otro, por la poesía existencialista de los años 40, como epígono de los años de guerra y crueldad.

Después, otros  cuatro nombres, vinculados a la que nosotros concebiríamos como Generación del 50, Lars Forsell, uno de los más cercanos, quizás, con ojo heterodoxo,  en poética y registro, con Tranströmer y quien introdujo a Ezra Pound al mundo nórdico. Lasse Söderberg, poeta conciso  y también amigo de Tranströmer, uno de los más conspicuos traductores del español; Göran Palm, de la poesía coloquial, satírica y política y posiblemente, uno de sus críticos más connotados y, finalmente, en este grupo, Dag Hammarskjöld, el ex Secretario General de la ONU, que murió trágicamente en un accidente de aviación el año 61 y que logró la rehabilitación social de Ezra Pound, logrando derribar, con su influencia, la severidad puritana y punitiva de los Estados Unidos.

Las últimas páginas de este libro, echan una mirada a la poesía danesa; sobre todo a partir de Michael Strunge, que integró la llamada “Pandilla de Malmö”, nombre acuñado por  el mismo Omar Pérez Santiago, sentado aquí a mi lado.

Finalmente, el remate de este volumen, está dedicado a la relación que hemos tenido los escritores latinoamericanos, con Tranströmer, una anécdota vivida por el autor con Octavio Paz y, como colofón, la historia interminable de Parra tras el inalcanzable Premio Nobel.

Muchas gracias.

 

Introducción para inquietos, Traducción y notas de Omar Pérez Santiago

Cinosargo Ediciones, 2012