«…y a Chandler se le quiebra el corazón siete días por semana y sin música de fondo”.
Soy un detective privado que lleva tiempo en el negocio. Soy un lobo solitario, soltero, llegando a los cincuenta sin ser millonario. He estado en la cárcel más de una vez y no resuelvo casos de divorcio. Me gusta el alcohol y las mujeres, y el queso y algunas otras cosas. A los policías no les agrado demasiado, pero conozco un par con los que me llevo. Soy hijo natural y mis padres están muertos. No hermanos, no hermanas. Si alguna vez me liquidan a la salida de un oscuro callejón, si es que llega a pasar, como podría pasarle a cualquiera en este negocio, nadie sentirá que algo se ha alejado de sus vidas para siempre.
R. Chandler
Estas palabras son las que mejor definen al clásico detective privado forjado en la primera mitad del siglo pasado y que surge como natural respuesta al profundo cambio social que se produce durante el periodo entre-guerras y que vendría a redefinir las características de la sociedad occidental. Philip Marlowe es un graduado de la universidad que luego de ser expulsado del Departamento de Policía de Los Ángeles por no obedecer órdenes, se convierte en detective privado. Es un hombre inteligente, un amante de la música clásica y los problemas de ajedrez. Un detective cuyos gustos borran la estructura separatista entre alto y bajo arte, entre cultura oficial y cultura de masas. Es precisamente esa la directriz que permite a Marlowe conectar los diferentes universos de caracteres que desfilan en cada uno de sus trabajos. Sus características representan claramente al individuo que puebla las sociedades postmodernas. Un hombre solitario, un ser sin amigos que vive en una ciudad de millones de personas. La ausencia total de familia y por consiguiente de historia, sus tendencias hedonistas graficadas en las mujeres y el alcohol hacen de Marlowe la perfecta representación del individuo que puebla las ciudades occidentales. Para entender a Marlowe es necesario revisar la historia personal de Raymond Chandler, autor nacido en Chicago en 1888, pero que pronto se trasladó a Inglaterra a causa del divorcio de sus padres. Allí se crió junto a su madre, su tía y su abuela. Completó su preparatoria en Londres para luego estudiar Ley Internacional en Francia y Alemania. Antes de regresar a Estados Unidos en 1912 Chandler publicó veintisiete poemas y un relato largo, “The Rose-Leaf Romance”. De vuelta en los Estados Unidos, Chandler trabaja en una granja, como empleado en una tienda de deportes y como contador para una quesería. Durante la primera guerra mundial Chandler se enlista en el Ejercito Canadiense (1917-18) y luego es transferido a la Real Fuerza Aérea (1918-19). En 1924, a los 36 años, Chandler contrae matrimonio con Pearl Cecily Hurlbur, una mujer de 53 años (17 más que Chandler). Después de la guerra trabajó en un banco en San Francisco, escribió para el Daily Express y luego es empleado como contador auditor para Dabney Oil Syndicate, de donde es despedido 10 años más tarde (durante la gran depresión), por alcoholismo y ausentismo laboral. Ayudado por su mujer Chandler comienza a dedicar todo su tiempo a la escritura. En 1933 publica Blackmailers Don’t Shoot, en Black Mask, el magazine de mayor renombre en la escena del pulp de ese entonces. Entre 1933 y 1939 publicó 19 historias. La cuarta y décima de ellas, Killer in the Rain y The Curtain le sirvieron de esqueleto para la creación de su primera novela, The Big Sleep. Entre 1939 y 1958 Chandler publica un total de siete novelas, todas ellas protagonizadas por el detective privado Philip Marlowe. El relativo éxito de The Big Sleep lo llevo en 1942 a trabajar en Hollywood. En el establo del cine trabajó por trece semanas, donde adaptó Three of a Kind de James M. Cain. La película se llamó Double Indemnity y recibió siete nominaciones al Oscar, incluyendo una a su director Bill Wilder, mas no gano ninguna estatuilla. Su esposa muere en 1954, dejando a Chandler completamente devastado. Durante los cinco años que precedieron a su muerte, el escritor vuelve a beber en grandes cantidades, intenta suicidarse y viaja a Europa constantemente. Solo una novela es publicada durante ese periodo, Playback, que es su origen fue un screenplay. Producto de una neumonía, Raymond Chandler muere en un hospital de La Jolla, California en 1959. Mucho se ha hablado del desplazamiento temporal que se observa en las novelas de Chandler. Emplazadas entre los años 40 y 50s, las novelas en sí refieren a una ciudad anterior, un Los Ángeles a mediados de los 30, una ciudad de crimen, dinero y poder, una ciudad sin una estructura clara, donde la sociedad está formada por una infinidad de círculos que solo llegan a juntarse cuando el detective logra la mezcla perfecta. Es en este punto donde un curioso fenómeno ocurre: mientras el objetivo de Chandler es reconstruir una ciudad que ya ha desaparecido, lo que realmente hace es describir el modelo de ciudad de múltiples núcleos que hoy impera en la geografía norteamericana, una ciudad que consiste en una colección de nódulos, un microcosmos sin centro en el cual las diferentes clases sociales han perdido toda conexión, aislándose cada una en su propio circulo. Es a través de Marlowe que podemos ver y conocer la sociedad como un todo, pero su soledad, heroísmo y ejemplar pureza frente a la corrupción moral de la sociedad que describe es la que a su vez impide una experiencia realmente cercana. Las novelas de Raymond Chandler presentan a todas las clases sociales en L.A, pero el personaje que sirve como catalizador es siempre una figura dominante, de mucho poder. Un personaje que representa el dinero. Él es el hombre que ha contribuido a la formación de la ciudad, él simboliza el viejo orden, orden que resulta ser tan falso como todo lo demás. El escritor definía su literatura como un constructo de imágenes que pretenden captar la atención del lector y dejarla flotando por algunos segundos. Intentó llevar algo nuevo al género gracias a su educación y pasado literario. Su minuciosidad en los detalles descriptivos se debe a la herencia estilística de Hemingway, Henry James y Charles Dickens.
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Luego alzo el vaso y bebió, volvió a suspirar y movió su cabeza hacia los lados con la mitad de una sonrisa en la cara, de la manera que un hombre actúa cuando le das un trago largamente necesario, y que sabe exacto, como una mirada de reojo a un más limpio, brillante y soleado mundo.
The High Window
¿Le gustan las orquídeas?”
No particularmente, respondí.
El general cerró a medias sus ojos. Son plantas asquerosas. Su carne es como la carne de los hombres. Y su perfume tiene la putrefacta dulzura de una prostituta.
The Big Sleep
Necesitaba un trago, un enorme seguro de vida, unas vacaciones y una casa en el campo. Lo que tenía era un impermeable, mi sombrero y un revólver.
Farewell, My Lovely
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La lucidez que tuvo Chandler para captar la esencia de su tiempo y del futuro que se venía lo convierten en una poderosa influencia literaria actual. Dos claros ejemplos son el film The Big Lebowsky de los hermanos Cohen y la saga del Detective Heredia de Ramón Díaz Eterovic. En The Big Lebowsky, los hermanos Cohen recrean la notable escena de cuarto cuando Marlowe visita la casa del lisiado general Sternwood en The Big Sleep. En la película, Jeffrey Lebowsky, “The Dude” (Jeff Bridges), es requerido por el también lisiado Big Lebowsky (David Huddleston), quién solicita sus servicios de mensajero para pagar el rescate de su supuestamente secuestrada esposa. Su esposa Bunny (Tara Reid), y su hija Maude (Julian Moore), son reminiscencias de las hermanas Vivian y Carmen Sternwood, hijas del general. Jackie Treehorn, dueño de un imperio pornográfico, se asemeja a esos relamidos dueños de Cabaret descritos por Chandler. El detective privado llamado Da Fino que sigue al “Dude”, es a su vez una variación de ‘el curioso’ en The High Window. El Heredia de Díaz Eterovic, es la réplica sudamericana de Marlowe, donde la principal diferencia radica en los escenarios y el poder económico de ambas sociedades. Heredia estudió derecho, es huérfano, tiene su propia oficina de abogados, no se lleva con los policías y tiene problemas con el alcohol y las mujeres. Ambos persiguen el mismo código de honor, ambos buscan la justica sin esperar recompensa. La figura de Marlowe está tan bien diseñada que es casi imposible crear un detective que no tenga al menos la mitad de sus características. El detective de Raymond Chandler es simultáneamente un ícono y un cliché, es el individuo pensante que pasa a través de su existencia sin grandes cuestionamientos, carente de deseo y de esperanza pero que conserva un código ético solamente porque nada funcionaria en su universo si no lo hiciera. Marlowe es a fin de cuentas como todos y como nadie, un guerrero que busca justicia pero que va contra las leyes porque estas han sido corrompidas por el poder y el dinero. Un guerrero que busca justicia solo para acallar los gritos de su conciencia. El héroe que todos queremos ser, el héroe que Chandler quería ser.
buenisimo …ahora entiendo de donde viene tu tos, gracias miguelanjel