Reseña
“Nuestros cuerpos y tormentos” se basa en una serie de textos libres, escritos principalmente en prosa, que intentan describir el duelo en una relación efímera de dos amantes lesbianas, transmutando sus deseos y delirios más allá del cuerpo físico que les limita.
Enmarcados en el desespero, así como en el éxtasis de la relación íntima, “Nuestros cuerpos y tormentos” se adentra en los instintos básicos, siendo ellos quienes conducen, en forma que pudiere considerarse tormentosa, dicha relación; sin embargo, nada sería más erróneo que pensadle en dicha forma, pues para ambas, no existe mayor placer que el descrito en diferentes formas y medidas.
Nuestros cuerpos y tormentos nos adentra a descubrir diferentes formas de entrega y añoranza, más allá del límite que el físico nos impone.
Nuestros cuerpos y tormentos
Corvus
No soy la mujer fuerte que vos creéis, de ello mucho es lo que disto, atormentada de mis pasiones suelo en la obscuridad permanecer, desdibujando la sombra que de mi ser en las paredes se traza, y de esta soledad que en su muerte se funda, del aliento los dragones mi vida en su voraz hocico el mío arrebate.
¡Corvus in nomine! Inicua la garra que de vuestra estirpe en mi pecho hincáis, sangrando la herida que pusilánime e infecta, el feneced por vos en mis noches de vuestro sueño yo sufro, atormentada del deseo que las manos vuestras, en carne putrefacta, deseare aún mi cuerpo vuestros deseos los míos recorrieren, lujuriosos ellos, vehementes del goce que en antaño nuestra sed de los labios saciaren; impetuosas bocas que en nombres sordos las caricias deliran, humedeciendo placeres que a letras faltas, de párrafos los pergaminos nuestros cuerpos de vuestro dogma evangelicen.
Fortaleza me falta; convertidas en leviatanes mis debilidades que oculto muchas le son, hedonismo que en vuestra muerte la propia no encontrare, y de vida falta el tormento mío sea, flagelando la bruñida espalda que por vos marcada, de estos ojos que en olivo el color dieren, mis lágrimas secas la sangre mis adentros los gusanos emponzoñan, carcomiéndome despacio, alimentando con mis intestinos el flagelo que este dolor, de su pico los cuervos en mis pechos anidados y en los pezones asidos, de mi vientre comieren.
Desvarío, sí, perdonad por ello a mí debiereis, la fortaleza mucho a mí ha abandonado, esta intranquilidad que abrupta me asalta no me permite la ecuanimidad encontrar, sin desear de esta locura sanar insana deseare nombrada ser, perdiéndome en la fragilidad que a trozos se resquiebra.
No soy la mujer fuerte que vos creéis, Allah no permita así le penséis…
Exilio
De vos vulnerable, habéis de mi hurtado lo poco inmune que aún restaba, sofocando en vuestros ojos mis sacrílegas blasfemias, amamantando vuestra húmeda boca de mis senos, lacerando con la lengua los pezones, irguiéndoles endurecidos por el tacto que vuestra mano entre mi vientre deslizareis, sediento él al contacto que el ombligo impaciente os ofrendare. Habéis de él el ímpetu arrancado; de cuerpos exacerbados el sosiego eterno que a la impaciencia de vuestra lujuria yo correspondiere, masturbando calmas de abstinencia que, ufana y fútil, célibe permanecer yo pretendiere.
Mujer media, de sexualidad completa, atormentadme os pido, lacerad con vuestras manos mi cuerpo os suplico, descarnando los labios con los míos, amorfos e insolutos, excluyendo los miedos; y si en lobos de lunas a siete días por mis caricias morirías, seamos ambas muerte viva, pues con nuestros besos y caricias por las noches los cuerpos en evos heriremos.