Entrevista a Miguel Navarro Cofre, fotógrafo de Lo Prado, Santiago, Chile. Actualmente participa como expositor principal en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México.
Una fotografía hecha a mano
La última vez que lo vi fue hace 13 años, hoy me espera sentado bajo la sombra de Portales. Quise precisar cómo fue que nos conocimos, recuerdos que confirmamos sentados frente a los primeros borgoñas de la temporada.
Hace trece años atrás eras junior en una importante agencia, al poco tiempo eras parte del equipo de trabajo de IMA, agencia de Fotógrafos fundada por Claudio Pérez y Rodrigo Gómez. ¿Cómo paso eso?
En ese tiempo estaba cesante, y por casualidad me enteré que mi primo postulaba de junior para una agencia. Como yo no tenía pega y mi primo era medio flojo, fui yo en vez de él. Postulé de impostor y quedé. Al poco tiempo llegó Claudio Pérez al castillo de Avenida España donde yo trabajaba. Él arrendaba la torre mayor, que era un espacio increíble. Un día le lleve una de mis fotos. Jamás había estudiado fotografía, no tenía plata ni para comprar rollos. Ese día Claudio la vio y por varios días me invitó a subir a su estudio para que le mostrara mi trabajo. Me daba mucha vergüenza, pero fue tanta su insistencia que medio obligado subí con mis fotos lleno de vergüenza.
¿Qué paso entonces?
¡Le gustaron mis fotos! Luego me invito a salir. Me pasó su cámara y nos fuimos a una plaza. Ahí me dijo que sacara fotos no más, que no me preocupara. Cuando llegamos de vuelta al estudio me enseñó a revelar y a copiar. Todo eso duró una tarde entera. Luego me dijo “la mirada la tienes, un poco de conocimiento y estás listo”. Me fui a trabajar en mis ratos libres con ellos, no lo podía creer. Pensé en lo increíble que era la vida. Mi abuelo había sido fotógrafo, pero lo perdió todo en un incendio y ahora yo sin querer estaba en el mejor lugar posible, haciendo lo que más me apasionaba.
Desde el año 2002 has estado obsesionado con Lo Prado. ¿Qué ha surgido de ese trabajo?
Para mí el barrio es una fiesta permanente. Los pobladores le dan un sentido y se apropian de muchas de las actividades que en otro contexto no tienen una representación válida. Yo he crecido en Lo Prado, conozco sus calles. Necesito representar la belleza que surge del mundo popular. He fotografiado casamientos, velorios en las calles, etc. Me revitaliza hacerlo y luego devolver la imagen.
¿Cuál de los eventos populares es el que más te cautiva?
Me gusta el rito alrededor del fútbol. Los preparativos, las canchas de barrio llenas de mujeres. Ellas se encargan de casi todo, poniéndole el hombro al equipo con su picardía. El fútbol surge en el barrio, y lo relevante es lo que ocurre alrededor de él. Aun contiene características de rito. Van todos, mamás, hijos, hermanos. Muchas mujeres en la barra principal. Las mujeres son el sustento de los equipos de barrio.
Por lo general, cuando tomo fotos organizo en la población una muestra. Un día expuse las fotografías de fútbol de barrio en el club deportivo. Ahí me di cuenta que muchos de ellos estaban muertos o presos. No sabía y fui viendo cómo la familia entera venía en procesión a ver una foto. Les emocionaba ver a su familiar así, tan vivo. Como si se hubiese reflejado su espíritu en la fotografía. Les regalé la foto.
Miguel, cuáles han sido tus dos mejores disparos
Mi papá es sordomudo, todos los domingos se levanta temprano a limpiar el patio, a regar y ordenar. Un día estaba en eso y de pronto lo miro y estaba descansando sentado en una silla. Detrás de él una sobrina le mojaba el pelo y lo comenzaba a peinar. Se abrió la puerta y yo estaba ahí. Saqué la cámara y disparé. Es la única foto que hay en mi casa.
El segundo lo disparé el día que se jugaba el campeonato de fútbol en mi barrio. Era el último partido. Era la final. Yo estaba ahí esperando el pitazo del árbitro y de pronto lo escuché. Cerré los ojos y disparé. Sentí una turba pasando a través de mí. Eran cientos de mujeres celebrando y yo al medio. Llegué desesperado a mi casa, no me importaba qué hubiese pasado ese día, sabía que todo se resumía en ese disparo, me encerré, la revelé y la copié con el corazón agitado. Como un niño.
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