Debería estar en una playa leyendo, bañándome, durmiendo y leyendo otra vez. Pero estoy en la ciudad haciendo trámites imposibles que me impiden moverme, que me impiden salir. Febrero en Santiago es un buen lugar para estar cuando eliges quedarte. Cuando estás a la fuerza es el peor lugar del mundo.
No estoy solo aquí. Un amigo escritor no puede salir porque debe escribir una nueva teleserie. Otro amigo está en la búsqueda acelerada de departamento antes de que el banco se dé cuenta que dejó su trabajo hace dos meses. Una amiga está atrapada en la ciudad porque en su casa nada funciona y decidió quedarse a arreglarla, y otra se queda porque no tiene un puto peso ni familiar a quien visitar. Todos estamos aquí pretendiendo hacer algo, los que trabajan pretenden hacerlo, los que se divierten también intentan hacer creer al resto que lo están pasando muy bien. Incluso Santiago pretende ser una ciudad limpia, sana y amable durante este mes. Es todo parte de la gran farsa de los que no han podido salir a veranear. La ciudad y nosotros lo sabemos, aunque usemos todo tipo de artilugios para esconderlo.
De todas formas he estado escuchando música y empecé con esta lista después de escuchar dos temas del nuevo álbum de Jorge González. Nunca me ha gustado su trabajo solista, pero en estas canciones logra una intimidad y simpleza que involucra y asusta. Hace unas horas escuché Sleeping Ute, del nuevo disco de Grizzly Bear y no ha parado de sonar en mi cabeza. Lo mismo me ocurre con Flume. Más artistas locales, un par de raperos consagrados, un poco de soul, harta electrónica y gotas de post rock. Me gustó, y la voy a escuchar en esta noche sin ruido, sin viento y sin nadie alrededor.