El mono del Zaratustra del Elqui se me acercó y me dijo: “donde no se puede amar hay que seguir de largo”. La palabra no me permitía seguir de largo; tenía que amarla por fuerza, violarla aún. A veces, en la forma de la carne de una mujer, ese demonio ascético del cual fui poseso allí en la montaña, pervirtió todo sentido y me vi obligado a aferrarme a la más celosa de mis amantes, a mi Soledad, que reclamaba por dignidad y con insidia el ejercicio de mi locura. A medio camino entre la vida y la muerte, hallé fortuna en tal fatalidad. La embriaguez y los estados alterados de una conciencia embotada habitaron y colonizaron el disparatado delirio al que me había conducido esa dieta de raíces. No tuve amor, no tuve carne ni palabras, pero la suerte, sin duda, siempre estuvo de mi lado. (2007 al 2011).

 

He estado en una página muy vacía últimamente,
me han ocurrido muchas desgracias.
Estoy mas bien en el grado cero que separa la tierra del Hades…
 

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El pánico a la vida en blanco,
uno de cuyos subconjuntos es el de la famosa página literatosa.
 

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Un escritor es un buen lector en la medida en que pretende llegar a ser,
o convertirse en un plagiario de excelencia.
 

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Juntar palabra con palabra es una decisión ética.
 

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Voy a tratar de imponerme ese momento literario de transfiguración.
Ese grado cero entre la palabra informe y la idea elaborada…
Ese instante ritual.
 

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Voy a preguntarle por el imaginario perdido, de forma imaginaria,
al imaginario referente de Cristián Warnken.
 

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¡Oh, musas!
Denle alas a mis extraviadas intenciones.
Arrojadme de tan vasta confusión.
Acercadme la lira y dadme manos para fraguar su tensión.
Que salgan sólo versos melódicos de mi pulsar.
Que la armonía reine en cada percutir.
Que mis dedos de logos mediadores sean.
Que mi ego médium de su fuego, hermético crepitar,
que este nutrido abandono…
 

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Tu alma estaba tan cerca de tu piel que la confundiste con tus huesos.
 

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El sadismo de la virgen histérica me susurró en mi lecho vacío:
“la primera naturaleza del amor no es amorosa;
es esencialmente violenta».
 

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Una vez que te mandas el lance patético, ya tienes que ser consecuente,
y te metes en una espiral de profunda idiotez.
 

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Me siento despreciado por su ignorancia;
la siento como una bofetada metafísica.
 

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Poetas rechazados por sus culturas han venido a crear el universo a su medida. Todos caminan el periplo de la incertidumbre y habitan y padecen, al iniciar el viaje, el hacinamiento de la vagancia. Luego construyen, del barro de la tierra y con sus propias manos, el que será su refugio.
 

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Ese valor subjetivo del confort de mediano plazo,
ese horizonte ni tan lejano que parezca muerte
ni tan cercano que parezca condición estatuaria.
 

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– …un místico cristiano diría que los ángeles protegieron tu casa.
– un sátiro diría que solo era una amenaza celestial.
 
(Acerca del incendio que afectó la zona en que vivía,
y en donde milagrosamente su casa fue la única que se salvó).
 

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El simulacro aumenta, en extensión e intensidad,
junto al grado de conciencia.
 

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Jugar al simulacro fatal puede llegar a ser fatal.
 

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La medida de la calidad de una obra artística se estrecha
cuando el artista introduce la vanidad de su yo.
 

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No se puede ser un buen ciudadano sin comprender la teoría de la relatividad.
 

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El penar es más cosa de los vivos que de los muertos.
 

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Alguna gente muere antes de morir: Joyce lo sabía.
 

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Tiene un horizonte infinito; no sabe de la urgencia.
La paciencia lo es todo, como decía Rilke.
 

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Cuando la victoria es imposible, la venganza reconforta.
 

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Mientras esté vivo cobrará su venganza
y en medio de la desgracia reirá como still lucky.
 

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Y en tu cubículo ya te echas a drogarte hasta la inanición…