El maestro iraní nos entrega una película pequeña, mínima, casi imperceptible. Pero lo que hay detrás de esas simples imágenes es la permanente búsqueda que guía a Kiarostami: seres humanos que transitan en busca de la felicidad.

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En su afán (deliberado o no) de internacionalizar su obra, Abbas Kiarostami nos presenta una película que sirve como compendio sobrio y nítido de los motivos que identifican su cine. Los primeros minutos de “Like someone in love” remarcan esa sensación al iniciarse con un plano medio, estático, desde el cual observamos una conversación entre Akiko, estudiante que de noche trabaja en la prostitución, y su proxeneta, un hombre que trata de convencerla de visitar esa noche a Takashi, un retirado profesor universitario. La escena se desarrolla con la paciencia, claridad y precisión propias de Kiarostami. A continuación vemos a Akiko subir a un taxi y viajar rumbo al hogar de su nuevo cliente ocasional. Es una escena extensa pero de ningún modo redundante: ella observa las calles céntricas de Tokio mientras el espectador ve los reflejos de la joven sobre el cristal del auto como quien contempla una forzosa travesía que se asoma inevitable y, a la vez, necesaria. Gracias a la reunión de esas miradas, se constituye una disposición amistosa que nos hace empatizar con los acontecimientos y personajes que vendrán a continuación. Esto se debe a que se nos ha revelado, ya desde el principio, una dinámica clara: la película no irá en busca del drama o la tragedia moral, acaso de una fábula imprecisa.

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Lo que viene es el encuentro de Akiko con el anciano Takashi Watanabe (un claro guiño a “Ikiru” de Kurosawa, la historia del hombre que aprende a vivir cuando la muerte asoma inapelable), algunas enseñanzas sobre la juventud y sus obsesivos criterios sobre el amor, en oposición al encanto que emana de la moderación de una vida que se acerca a su término.

¿Qué es lo que agrega a la filmografía de Kiarostami una película como “Like someone in love”? Tal vez lo más evidente es la incorporación de la temática amorosa como pretexto para hablar de lo que siempre le ha importado a Kiarostami: los rasgos de humanidad que se filtran a través de la cámara, y de cómo organizar las imágenes para que esta registre variaciones de realidad inéditas que interpelan al espectador sobre los límites de la ficción. Sus mejores trabajos desarrollan ese filón con especial maestría (Close Up, El sabor de las cerezas, Ten), agregando en sus últimas películas una claridad formal que destaca aún más cuando los paisajes que proyecta no son ya las desérticas llanuras de Irán sino las viñas de la Toscana italiana o la nocturnidad de Tokio.

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Kiarostami no transgrede, como antaño, las formas habituales de lo filmable. Aquí las fronteras de lo narración no tienen que ver con ampliar los campos del lenguaje cinematográfico yendo a la vanguardia. Más bien se refugia en un antiguo maestro, Yasugiro Ozu. De él recoge la serenidad de una cámara que deja el tiempo transcurrir, que no apura en el intento de arraigar amplios momentos de cotidiana sencillez. También de él utiliza con similar autoridad el desvelamiento paulatino del carácter de los personajes utilizando los silencios, la composición de los rostros, una puesta en escena casi teatral del espacio, todos elementos que refuerzan el efecto de estar presenciando la revelación paulatina de una voluntad o un sentido que no logramos apropiar del todo. Ejemplo de lo anterior son el primer encuentro de Akiko con Watanabe, o en la parte final del metraje, en donde un aparente acto de violencia es filmada con una distancia que impugna cualquier toma clara de posición por parte del espectador.

Con “Like someone in love”, Kiarostami continúa en su periplo internacional de cosechar los frutos de una obra inmensa, labrada en base a un espléndido equilibrio entre una búsqueda formal que impugne los métodos usuales de narrar una historia y, a la vez, el proyecto de elevar esos empeños desde un discurso cada vez más transparente, más cercano a la disposición de los elementos visuales en perfecta coherencia entre el objeto y su mediación expresiva. En definitiva, “Like someone in love” es una película pequeña. Pero es precisamente en su insignificante argumento y su brusco desenlace, en donde anidan enormes fragmentos de belleza y sabiduría.

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Título: Raiku samuwan in rabu (Like Someone in Love) (Japón)  

Duración: 109 minutos      Año: 2012     Dirección: Abbas Kiarostami                    

Guión: Abbas Kiarostami       Reparto: Denden, RinTakanashi, Ryo Kase y Tadashi Okuno  

Cines: Olvídelo. Descárguelo o cómprelo en su cuneta más cercana. Por último, véalo por Youtube.