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Una suave brisa cálida presagia la llegada de la primavera, el frio aun se siente y es un regalo sentirlo en la cara. La luna llena daba un aspecto lúgubre al hermoso bosque de bambú, dejando pasar pálidos rayos a través del follaje.

Takeshi Fujita se movía rápido, debía encontrar un lugar para pasar la noche y no ser descubierto por sus perseguidores. Al quedarse sin señor hace dos años decidió vagar por la inmensa tierra siendo fiel al Bushido como siempre lo hizo su familia. Trabaja por comida caliente y una cama de paja en algún rincón, ayudando a personas con necesidades en aldeas y pequeños pueblos. Muchas veces usando su espada para defenderse o defender a quien bajo su riguroso código encuentra digno de aquello.

Hace tres días llegó a un pequeño pueblo llamado Gozu, cerca del mar y las montañas con rico comercio donde seguramente encontraría algún trabajo. En una pequeña taberna pidió una botella de sake. Takeshi no pasa desapercibido; su peinado tradicional, su katana de detalles finos, sus modales y actitud, que siendo humilde muestra una fuerza de voluntad enorme. Un pequeño hombre se acerca a su mesa explicándole que representa a algunos aldeanos de la zona, criadores de animales y agricultores de arroz. Desde hace algunas semanas han sido objetos de robos y matanzas de animales en sus terrenos, les preocupa la seguridad de las personas que viven en esos lugares, obviamente sus inversiones se ven afectadas. Tiene información que un grupo de ladrones son los causantes de todos estos actos, dice saber la ubicación de su campamento. Sabe que Takeshi es un samurái sin señor, un Ronin, por lo tanto un hombre de honor. Le pide respetuosamente deshacerse de los ladrones para devolverle la paz al poblado y claro esta una considerable cantidad de monedas de plata.

Takeshi observa al pequeño hombre analizando la situación; su dinero se está acabando, necesita quedarse tiempo fijo en algún lugar, bajo su código no puede permitir que hombres como esos dañen gente inocente. Acepta hacerse cargo, el hombre pequeño llamado Jubei demuestra su gratitud ofreciéndole alojamiento y comida, inmediatamente organiza a varios hombres para partir en la madrugada.

El frio era considerable antes de salir el sol, montan a caballo y comienzan su camino rastreando al grupo de bandidos. Ya pasado el medio día llegan a una explanada cercana a un rio donde los rastros muestran señales del paso de muchos hombres, siguen rio arriba esperando dar con el paradero del grupo. De un momento a otro el guía cae al piso producto de una flecha en su pecho, desde la línea de los arboles sale un numeroso grupo de hombres mayor al que pensaban, armados con espadas y lanzas, otros tantos con antiguas armaduras que trajo recuerdos muy antiguos a Takeshi dejándolo en un estado de alerta que solo la experiencia puede dar.

Al ver que sus acompañantes no eran muy buenos jinetes da la orden de desmontar y tomar una formación cerrada. Desde la oscuridad de los arboles alguien grita y todos se abalanzan hacia ellos. Se inicia una violenta batalla donde Takeshi es el actor principal, no tiene rivales dignos para “la danza de la muerte” como su maestro le llamo alguna vez. Bloquéo, estocada, bloquéo, finta y tajo. Muchos ni siquiera alcanzan a ver el filo de su espada y ya están muertos. Movimientos aprendidos hace mucho tiempo salen sin necesidad de pensar, no gasta energía innecesariamente , la técnica debe ser rápida y limpia, el Bushido está arraigado muy fuerte en su corazón. Más hombres llegan desde el bosque complicando la ya difícil situación de él y sus hombres.

No pueden resistir más, si no da la orden de retirada todos morirán. Les ordena replegarse en grupos y dirigirse al sur. Odia la idea de huir pero muchos hombres perecerán si no toma la decisión. Mientras corren van cayendo uno a uno, la situación parece perdida y no tienen más remedio que seguir corriendo. De un momento a otro y al internarse en un bosque de bambú da en cuenta que está solo y que nadie le sigue el paso. El silencio lo perturba un poco. Ya es de noche y la luna brilla inusitadamente, permitiéndole ver muchos metros adelante, si él puede hacerlo sus perseguidores también. El camino lo lleva directamente a un acantilado bastante profundo y oscuro, sigue la línea del borde no ve ningún paso, está atrapado, tendrá que regresar para buscar un camino alternativo. A lo lejos divisa muchas sombras acercándose, no puede hacer nada al respecto, solo le queda luchar hasta el final.

Uno de ellos grita al divisar a Takeshi, los demás llegan rápidamente acorralándolo. Este desenvaina su espada lentamente viendo cada movimiento a su alrededor. El primero avanza con una lanza, la cual no sirve de mucho cuando es destrozada por la katana. De ahí en adelante no dejan de caer vidas bajo su diestra mano, pero algunos cortes y el cansancio van agotando sus energías. Cada movimiento fue repasado y estudiado miles de veces en su mente, todo lo ve nada se le escapa. Pero algo no puede controlar; su cuerpo se debilita mientras la llegada de más hombres disminuye sus posibilidades de vivir. De pronto esta rodeado teniendo el acantilado a su espalda.

El tiempo se detiene mientras ve caer una hoja lentamente. Su mente vuela hacia atrás, épocas felices cuando tenía una familia por la cual vivir y luchar. Yumiko, el pequeño Asasi, los ciruelos en flor, el aroma de la tierra mojada en su hogar, la camaradería, todo arrebatado de improviso y sin explicación alguna.

Ha vivido con dignidad y honor a pesar de lo duro que lo ha tratado el mundo, cree firmemente que será feliz en la otra vida y encontrará a sus seres queridos. No morirá con deshonor dejando que estos malditos lo maten, antes de eso se llevara consigo algunos más. En un movimiento muy rápido corta de tajo a cuatro oponentes y antes que estos cayeran tres más ya no estaban en este mundo. Toma un respiro mientras deja caer su cuerpo al vacio. Nadie encuentra su cuerpo ni su espada, algunos dicen que el viento lo tomo en sus alas y lo llevo muy lejos de allí, otros que se fundió con la tierra convirtiéndose en el espíritu protector de esos bosques. Lo único cierto es que Takeshi Fujita vivirá por mucho tiempo en el aire y en el corazón de Gozu.