Recoger impresiones desmalezadas
Recoger las colillas de la riqueza y de lo pobre la simpleza
Tomar un mate desesperado en el crepúsculo
Y rondar por la ansiada alma gemela en la playa del alba
Cogedor de ilusiones escritas en el vuelo abstracto de las candelillas
O de ideologías que son una devoción en lo tramado antes del ayer
Apiñar las esencias más intimas que están más allá del ego
Y apalear los desganos ajenos
Que temen; que no son libres y que retroceden
Profesando que avanzan
Toda relación es un reflejo en las almas cuando lo creativo se arrodilla
Quietud y dinamismo en la cuerda floja
Recojamos silencios en movimientos de regocijo
En las místicas piscianas que van desapareciendo
Y que el agrimensor ya tiene calculado
Con aquel custodio de los archivos
Recolectores que señalan la bifurcación en los bosques minúsculos
Y dan simiente en la montaña donde el musgo da la forma
Recogedor de flores que afirman las raíces en el barro
Porque todas le pertenecen
Recolector de manillas que se van ensillando y azulejos olvidados
En la acentuación del sabio que sube hacia el cerro
Y copula con su alma endosada
Recolector de palabras frías, chamuscadas al fin
Escogedor de letras como un libro abierto
Sin páginas estrechas en la lágrima solitaria
Acaparador de memorias etéreas en el capeo de las horas
En el refresco de la indolencia al respirar cada intervalo
Atestado de la sumisión que cala en el precipicio de las olas
De piedras vivientes y de remembranzas cristalizando los aspectos
Flamígero imperecedero que nada puede desviarlo
Recolector de monedas avaras en el presagio de la esclavitud
En el rebaño ecuménico
De la gloria petrificada en la carne
Siendo un puesto pendiente en el origen de la cosecha
Recolector de anillos muertos que sólo toma vida en los dedos
O en el bolsillo humano y de improperios sabios en la salida de la denuncia
Recolector de imágenes sordas
En las cuales hundirse para escuchar
El recolector implacable que no atenta contra el diluvio
Y observa desde el este.
Escultura: Yoshitoshi Kanemaki