PORTADA_TRINAJE

 

La presentación del poemario”Trinaje”de Carmen Martin es este sábado 21 de diciembre a las 19 hrs, en la Sala 1 del Gam.

Lo primero que veo o leo en Trinaje, es esa idea que me ha dado vueltas siempre: el que el trinar de los pájaros es un gemido de dolor de la naturaleza: que el trino del pájaro al amanecer es una suerte de queja del día, una forma de vagido o salmo de (in)felicidad, o de la naturaleza en tanto madre y en tanto hija: o sea el trino, como el canto del ave, es un discurso dolorido: preparto, y más, un eco del silencio que tuvo que hacerse palabra. Trinar no es un despertar feliz, sino un desgarrón del cuerpo que escucha –con dolor– ese locus donde se estuvo sin dolor, antes, pero también sin sentido, sin discurso: advenir al sentido, al discurso, a la palabra, es Trinaje: comprender que cada pájaro que trina es un recuerdo del paraíso perdido, de la niña que siente el recuerdo de una naturaleza herida, porque ella nació herida por ser niña, mujer, bruja, hembra, madre, nodriza, en toda la condición desmedrada de su género y su particular historia y sus remembranzas.

Thomas Harris

 

Un rapto. Espacio vacío que busca una mano.
Piezas inconclusas; un baile que fractura a los danzantes.
Una cara vagamente conocida

Yo

Canta algo
golpe deja.

Nadie da.

Estaba cubierta de polvo, en el piso buscando sus dientes quebrados.

*

Digo:
porqué se vienen a morir los pájaros
se vienen me vienen
y caen
frente a mí caen
frente a mis manos de fosas abiertas
que cubren esferas de pluma y de aire
mustia musito oraciones
mi padre me habla del tiempo y sus huesos
me tuerce el ojo con la punta
de la lengua me peina y me dice:
“tus manos son iguales a las mías”
yo pienso
mis manos son fosas mudas

y el pájaro cae
como una tijera se cierra
o una piedra en la cama así cae
y yo
me diluyo

*

Sisalia
Todos los sábados mi padre me lleva al bosque. Me dice que para hablar con dios hay
que ir a un lugar donde no haya nadie.
En el bosque, mi padre se saca la chaqueta y la camisa. Mi padre dice que para hablar
con dios hay que estar desnudo. Mi padre se saca la ropa y me habla de la salvación.
Mi padre a veces se calla y pareciera que no está realmente allí. Cuando eso pasa yo
comprendo que dios no me está viendo porque dios no puede ver a través de la tela.
Entonces me saco el vestido.
Mi padre sonríe. Me sienta a su lado y me desarma las trenzas. Mi pelo queda como
el trigo, como el pelo de mis muñecas. Mientras me peina con los dedos mi padre dice
que viviremos para siempre en el reino de los cielos. Lo dice y su voz se entrecorta
como si le faltara el aire o las palabras.
Lo dice y me acerca hacia él. Yo siento el cuerpo de mi padre y siento al mismo tiempo
mi cuerpo que se vuelve tan extraño por efecto del contacto.
En el bosque nunca hay pájaros ni personas. En el bosque sólo estamos mi padre, dios
y yo.

*

Es la noche y es la sed. Siempre la sed. Y pienso en cuánta leche me cabe en la
boca y calculo mal, siempre calculo mal y la leche se rebalsa, me llena toda y cae por
los lados de mi boca, cae por mi cuello la leche y mi boca tan llena y tan descosida
entonces hablo y hablo, me distraigo con mis propias palabras y las dejo ir, las suelto
y ellas flotan en todas direcciones como pájaros torpes y desorientados que no saben
hacia dónde van, pero van siempre van y se pierden y se pierden.
Mi boca es un molde tan variable, rasgado en un punto que no logro establecer.
Entonces me preguntan y yo respondo palabras que son casi todas aire comprimido y
pesado, tan pesado que no parece aire.
Es un patrón oscuro, una tierra de bordes filosos. Y trato de darles una forma, limar sus
bordes. Mojo mi dedo con saliva y lo paso suavemente por sus lomos. Pero ellas son
salvajes, tan fieles a sí mismas, restos de realidad en su estado más puro, siempre en
sucesión.
Veo cómo se forma lo que soy. Me contemplo de la misma manera en la que se mira el
cielo en un día de tormenta.

*

Vestir un vestido de cuerpo. Disfraz de presencia. Mirar al espejo el producto de la
farsa. Desmembrar los retazos y hacer el vacío.