Oscuridad2

“Corre, corre por tu maldita vida”, eso dice mi voz interior y un pánico que nunca sentí en la vida recorre mi cuerpo, el sudor frío baja por mi espalda y mi frente.

Siento las hojas crujir al ceder bajo mis pies, miro atrás y viene hacia a mí. La oscuridad, una profunda y tenebrosa oscuridad, rápida, certera, engullendo todo a su paso, no veo nada, viene por mí.

Sigo corriendo, mi respiración es muy fuerte, el corazón se me sale por la boca, mis sienes palpitan, mi cabeza va a estallar, está cada vez más cerca, más cerca…¡Oh Dios mío!

El sendero es angosto, los árboles están a cada lado del camino, es un bosque de pinos muy tupido, una leve bruma cubre el piso. El frío es intenso, congela mi aliento mientras corro. Esta cada vez más cerca, no veo el final del camino, parece que sigue, sigue, sigue hasta el infinito.

Siento que voy a desfallecer, cada paso es más lento. Me cuesta respirar, me duele el pecho y la espalda, no puedo seguir, voy a caer… siento la humedad del suelo en mi cara, ni siquiera puse mis manos al tocar el piso, soy peso muerto.

La horrenda oscuridad se detiene detrás, está esperando no sé qué. Se alimenta de mi terror, de mi olor a miedo, no quiero levantar la cabeza del piso, nunca en mi vida había sentido perder la razón por el miedo.

Si la muerte viene, que venga rápido; me rindo, por Dios me rindo.

Alguien está ahí, casi junto a mí, no quiero mirar, me rehúso… ¡Dios mátame ahora!

Todo se detiene, el tiempo, el sonido, el aire. El sigue ahí, mirándome.

Levanto lentamente mi cabeza, recorro su cuerpo con la mirada… me encuentro con unos ojos profundos sin vida… ¡Soy yo!… ¡Soy yo!

Su mano derecha apunta hacia mis espaldas, trato de voltear aún en el suelo. La oscuridad sigue, viene por mí, se agita, se retuerce, se abalanza, me traga… es la muerte… gracias, gracias.

Ilustración: Chris y Edgar Fattori