1. Leer Muerte súbita, del mexicano Álvaro Enrigue, no me produjo ganas de escribir —ganas que, dicho sea de paso, decrecen en proporción inversa a esta hambre marabunta, madre de mis senos—, sino que me dio ganas de jugar al tenis. Así que me acordé de mis viejas...
No había leído Estrellas Muertas, de Álvaro Bisama. Sabía que se trataba de un buen libro. Los críticos que respeto lo habían aprobado, y los otros, se bajaron los pantalones el año en que se publicó (2010). Mis amigos Franco y Sergio, ambos libreros...