Las piedras crujían bajo los zapatos de goma de Esther. La calle tenía más de dos años con el pavimento a medias. “El estado de México trabaja para ti”, rezaba un letrero empolvado. El viento le soplaba en la cara con calor de estío, saturado de heces de todo tipo de...
Liliana, de grandes manos –porque grande era su cuerpo- tomaba, como si fueran píldoras, las semillas de papaya. Decía que le ayudaban a bajar de peso. Vivía en una casa grande con un zaguán gris lleno de pequeños brotes de metal que simulaban flores de cerezo en el...
Para Lorena Uribe Velázquez, que me ayudó a crear a esta otra Lorena Uribe Velázquez. Lorena no tiene miedo de decir hola en inglés perfecto; tiene miedo de decir adiós en español. Los asientos del aeropuerto no saben de otra cosa que no sea de nostalgia: están...
Para Iraís y Miguel. En la televisión, los comerciales que había entre un round y otro parecían durar más de un minuto, más de una hora; ya nada, ni los propios peleadores, valía tanto como la publicidad. Pero al parecer, eso, junto con otras...