Se despierta pero no quiere abrir los ojos. Detiene la respiración para aguzar el oído y percibir algo. Tiene la esperanza, como cada atardecer, que no se escuche nada, que no haya ni el más mínimo ruido, que lo único que perciba sea esa quietud que perdió cuando dejó...
«No hay escapatoria para la casta maldita. Tras un sinfín de amaneceres insulsos, alguna madrugada verás monstruosas figuras observando tu despertar» Aprendí a deslizarme por los recodos de la marginalidad, repté silenciosa los caminos pedregosos, me cobijé...